De acuerdo con algunos estudios, la depresión, la ansiedad, el pánico, prevalecen
entre algunas comunidades de homosexuales de hombres maduros. Las aplicaciones
de búsqueda de parejas para sexo casual, sin compromiso, sexo anónimo, sexo con
hombres menores que los hombres maduros, tipo femboy, lindos, delgados,
muestran parte de la situación. En muchos casos, si otro hombre maduro contacta
a los hombres maduros activos, hay un rechazo explícito –nunca se borra o
bloquea a quien saluda, simplemente se le ignora, solo por ser de igual o mayor
edad. Muchos de estos hombres homosexuales, solteros, casados o en pareja “abierta”,
buscan lo que no parece que obtienen en sus relaciones de pareja, cuando se da
el caso, menos en solitario. La masturbación no parece suficiente para los
deseos por otro cuerpo sometido, penetrado, disfrutado, muchas veces a pelo.
Son un conjunto de factores los que mueven a estos hombres homosexuales.
La teoría queer estadounidense, blanca, anglosajona, dominante en países
como México, insisten en los continuum de los 50 y 60, los hallazgos entre
hombres anglosajones, pero es solo parte de una realidad aplastante. En opinión
de un antropólogo no versado en estos temas, pero cuestionador de lo
prevaleciente, los hombres homosexuales maduros, no solo están deprimidos,
padecen ansiedad y pánico, o se siente presionados por la homofobia, sino que
un conjunto de factores, conscientes o inconscientes, mueve sus conductas. Por
ejemplo, en las aplicaciones de búsqueda de sexo casual, es notoria la idea del
sexo sin compromiso, casual. Solo quieren meterla, dejar su semilla, si es a
pelo, y regresar a su supuesta vida “normal”. Detestan que alguien los vea con
otro hombre, aunque no haya signos de que entre ambos suceda “algo”. Su mayor
deseo es seguir en ese mundo heterosexual patriarcal que no los agreda, a pesar
de las sospechas de que un hombre maduro no tenga a una mujer a su lado e
hijos.
Este antropólogo no ha tenido suficientes encuentros casuales, pero
recuerdo algunos. El caso de un hombre joven, guapo, fornido, activo, que me
dijo que creía que casándose –con una mujer, claro- se le “quitaría” las ganas
de tener sexo con otro hombre. Y después de un par de hijos, seguía con lo
mismo, pero a escondidas. El caso de otro hombre que igualmente se había
casado, y tenía hijos, pero que era pasivo, aunque en las aplicaciones de sexo
casual se presentaba como “activo”. Incluso hasta había adelgazado, por su
deseo de tener encuentros con otros hombres. El caso de un hombre afeminado
prostituto que decía ser “activo”, pero deseaba un buen miembro de un activo, y
finalmente el caso de un hombre activo con una pareja hombre por muchos años, pero
que decide casarse con una mujer y tener hijos, pero lo descubren, porque nunca
dejó a su pareja hombre, pero la promiscuidad es su vida. Estos son solo cuatro
casos. No soy promiscuo –claro, depende de lo que cada quien entienda por “promiscuidad”-
pero podría relatar otros casos. Las aplicaciones de sexo casual son
prolíficas.
Desde esta perspectiva, antes del continuum de expertos anglosajones,
hay actitudes y conductas que sobresalen. En las aplicaciones de búsqueda de
sexo casual, son evidentes. Muchos hombres maduros activos, por ejemplo, buscan
sexo casual sin protección. Al menos así lo declaran. Y es verdad. Es casi un
conflicto estar con alguno. Pero abundan quienes buscan sexo con hombres
menores de 50 años, pasivos, tipo femboy, lindos, delgados. La idea es dominar,
imponerse, humillar. No es solo penetrar, es hacer de la penetración un acto de
poder. Y son muchos los homosexuales maduros que, cuando se topan con otro
maduro saludando, lo ignoran y desprecian. ¿Miedo, añoranza o depresión? Una
combinación de conductas que los hunde en una realidad que ya no controlan:
narcisismo, dominación, uso de los cuerpos, irresponsabilidad si están o no
contagiados con una ETS, rechazo a vivir una vida amorosa sin necesidad de
andar como depredadores. Escribiré una segunda parte de mis hallazgos como
antropólogo.